Las plagas en los cultivos están definidas como cualquier animal que cause pérdidas económicas al disminuir la producción del cultivo, reducir el precio de la cosecha o aumentar los costos de producción. Las plagas son el resultado de la ruptura del balance natural que estos organismos tienen en la naturaleza causado por la intervención artificial del hombre, al desarrollar la agricultura.
Las plagas son generalmente insectos, ácaros, nematodos, moluscos, roedores y algunas aves. Por si mismos no son plagas sino hasta que sus poblaciones crecen a un nivel en que se causa el daño. Las plagas tienen enemigos naturales que las mantienen controladas al incidir en su población, pero cuando estos enemigos desaparecen o se debilitan, por ejemplo por la acción de algún insecticida o plaguicida, se disparan las poblaciones de organismos perjudiciales para los cultivos.
No todos los daños causados por plagas producen necesariamente un perjuicio económico. Por ejemplo, hay insectos que comen hojas y visualmente se aprecia el daño hecho por el organismo, pero en términos concretos no representa ninguna pérdida en el rendimiento de la planta.
Hay otros casos, en que el daño visual está relacionado con un detrimento de los rendimientos de la planta. Depende del estado de desarrollo del cultivo, sus condiciones genéticas, la influencia del clima y de las labores que se hayan realizado sobre el mismo.
Las plagas se originan por diversas causas. Una de ellas es la introducción de una especie a una región en donde no existía previamente. Otra, es la presencia de malezas u otras especies hospederas del insecto plaga y que acompañan al cultivo principal. También la destrucción de enemigos naturales o el uso de cultivos de especies susceptibles.
Hay varios tipos de control de plagas: control biológico, control químico, control cultural, métodos genéticos, control mecánico, entre otros.